Durante la época de Alejandro
Magno, la época helenística de Grecia, el imperio estaba en su máximo
potencial, siendo amos del Mar Mediterráneo y más; pero cuando muere y
distintos emperadores intentan eliminar nuestro judaísmo, extrañamente
¡comienzan a decaer! ¿Cómo puede ser esto? ¿Qué explicación lógica tiene?
Ninguna. Todo fue para demostrar que a nosotros, los Iehudim, nadie nos
destruirá. Hashem cuando estamos en aprietos, destruye a nuestros
enemigos de cualquier manera. Él creó la naturaleza, así que también la
puede cambiar, haciendo que unos pocos judíos, los Jashmonaim, pudieran
vencer al vasto ejército.
También podemos comparar esta
festividad con Purim. ¿Cuál de las dos es más alegre? Seguramente todos
responderemos que Purim, pero ¿por qué? En la época de Purim, el pueblo de
Israel estaba en un nivel muy bajo de espiritualidad, pero finalmente todos, no
sólo unos pocos como en Januca que fueron, entre otros los Macabim. ELLOS se
esforzaron por cambiar. En cambio, en Januca, Hashem hizo todos los milagros,
venció a nuestros muchos enemigos, hizo que el aceite durara ocho días…
Podemos acordarnos de estos
últimos conceptos, viendo el sebibón, perinola (jugamos con él en Januca), y la
matraca (utilizada en Purim). El sebibón lo tomamos por arriba (Hashem, por
arriba nos manda todo de arriba, Sus milagros) pero la matraca la hacemos sonar
de abajo (nosotros hacemos el esfuerzo, pero obviamente Hashem nos ayuda,
creando el sonido).
En fin, Hashem siempre nos
va a dar todo lo que necesitamos, pero para hacerlo más feliz, tenemos que
poner nuestra parte.
Aparentemente, la victoria
militar de los judíos sobre el imperio griego, fue un milagro mucho más
grande que el aceite que duró durante ocho días. Pero la luz de Januca
simboliza la real victoria: la supervivencia de la luz espiritual (la Torá)
del Iahadut a pesar de la interesante e innovadora cultura griega.
Otro punto que podemos
resaltar es ¿por qué merecimos los milagros de Januca? Hay un Pasuk que dice: “abrí
un agujero del tamaño de la punta de una aguja, y Yo (Hashem) te abriré
puertas de salones de palacios”. Los
Jashmonaim tuvieron emuná (fe) en que Hashem los ayudaría en sacar a los
griegos y sus malvados decretos; pero no solo con palabras, sino también con la
acción.
La dinastía Jashmonaí terminó
con la disputa entre dos hermanos (Aristóbulo e Hircano). De aquí podemos
aprender que si entre nosotros hay problemas, cualquiera nos puede destruir.
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