jueves, 13 de febrero de 2014

Perasha Ki Tisa

Hashem ordena a Moshé que cuente a los Iehudim, pero no como se hace normalmente (señalando a cada persona), así no es lo correcto ya que cada vez que lo cuentas, el Satán, el “acusador”, le dice a Hashem todos sus pecados y esto no queremos; según una opinión.  Para hacerlo, cada hombre de más de 20 años, le debía dar una moneda de plata de medio shekel de plata (una medida o peso de aquella época). Estas las contarían, y luego serian donadas al Mishkán. Esto se siguió haciendo también en la época del Beit HaMikdash cada año para juntar fondos. De aquí sale la costumbre de dar majatzit hashekel (entregar medio shekel de plata para la sinagoga) en Purim.
Siguiendo con los objetos del Mishkán, podemos hablar del Kior, el lavabo: Tenía picos (canillas) de donde salía agua y con ella los Cohanim se lavaban los pies y las manos para purificar las únicas partes no santificadas por el uso de las ropas de los Cohanim antes de hacer los sacrificios (como ya vimos en las Perashot pasadas, estaban descalzos y sin guantes).
Hashem le dijo a Moshé que preparara el shemen hamishja, un aceite especial con hierbas para ungir a las partes del Mishkán, a los Cohanim así se volverían santos y en un futuro a los reyes de Israel (como Shaul, David y Shelomó).
También faltaba hacer el incienso (Ketoret), una mezcla de 11 especias que se usaban para hacer un sacrificio (Korbán) en el altar respectivo. Desprendía de él un perfume nunca antes olido. Actualmente, todos los días en la Tefilá decimos “el Ketoret”, que sería en reemplazo (amén que podamos olerlo en el Beit HaMikdash en nuestros días) del que hacían los Cohanim, el cual incluye la parte de la Torá en que se explica cómo hacerlo y comentarios de Rabanim, Tanaim, etc. Dicen los jajamim que deberíamos considerar cada una de sus palabras como diamantes por el amor que le tiene Hashem a esta Mitzvá.
Hasta ahora, Hashem sólo le dijo a Moshé lo que tenía que hacer, pero no se hizo, por lo que le habla de una persona, llamada Betzalel, un muchacho de tan solo 13 años de la tribu de Iehudá, quien podría hacer los trabajos de construcción del Mishkán, porque Él le había dado la inteligencia para realizar cualquier labor necesaria a la perfección y Ruaj HaKodesh para entender su significado. Para ayudarlo, Hashem eligió a Aholiav, de la tribu de Dan. Además, podrían pedir ayuda a cualquier persona.
También Hashem advierte que deberán guardar el Shabat: todo lo que hagan para la construcción del Mishkán, no lo podrán hacer en Shabat. Esto lo seguimos haciendo hasta el día de hoy (por ej., para hacer las cortinas tejían, así que nosotros no lo podemos hacer…).
En estos momentos estaba Moshé en el cielo, recibiendo las lujot (tablas de la ley).
En el campamento Iehudí, habían contado mal los cuarenta días que Moshé estuvo en el cielo, y pensaron que se había muerto (esto el Satán, el ángel acusador, lo fomentó mostrándoles una ilusión de Moshé sin vida, según un Midrash) y empezaron a tener ideas erróneas por lo que querían hacer una imagen para reemplazar a Moshé, jas veshalom, algo totalmente prohibido, y hasta algunos la querían idolatrar. Los egipcios superficialmente se habían convertido en Iehudim, pero en su corazón seguían queriendo hacer idolatría, hasta algunos eran magos. Ya hecha la imagen los brujos hicieron que pueda moverse y tenga forma de becerro. Según otra explicación, un chico llamado Mijá arrojó una plaquita de oro con el nombre de Hashem que había escrito Moshé para suba el ataúd de Iosef del agua.
¿Quién era Mijá? Los egipcios, cuando los Iehudim no llegaban a cumplir con la cantidad de ladrillos que había que hacer, la completaban con bebés vivos. Moshé le pidió a Hashem rescatar a uno, ¿por qué inocentes criaturas sufrirían así? Y Hashem aceptó pero le advirtió que todo tiene un propósito, incluyendo los castigos a estos bebés aparentemente inocentes…Este bebé luego fue Mijá y más adelante provocó que muchos Iehudim, incluyendo al nieto de Moshe, hagan idolatría.
Hashem le conto a Moshé lo que pasaba y dijo que los iba a destruir a todos y que de él nacería un pueblo nuevo, pero Moshé hizo mucha tefilá para que no pase, que prefería morir él o ser borrado del Libro (la Torá) y, efectivamente, nos salvó. En la perashá pasada, no aparece ni una vez el nombre de Moshé y es por esta razón.
Al bajar a la tierra, Moshé los vio con sus propios ojos y tiró las lujot, los Iehudim al verlo se sintieron muy avergonzados y se dieron cuenta de lo que habían hecho.
Todos los que pecaron y fueron vistos por dos testigos válidos los cuales les advirtieron de no hacerlo, fueron ejecutados por los leviim bajo la espada. Los demás, tomaron un agua que contenía polvo del becerro de oro triturado. Los que habían pecado, se murieron. En total fueron 3.000.
El día siguiente, 17 de Tamuz, volvió a subir a pedir a Hashem que los perdone, así estuvo 40 días. Al terminar, dijo que cada castigo que tengan en el futuro, sería por este pecado. Hasta hoy seguimos completando el castigo.

Hashem le dice a Moshé que él (Moshé) tendrá que tallar las segundas lujot. El 10 de Tishré, Iom Kipur, Moshé les dice a los Bené Israel que fueron perdonados. Desde aquel, día el rostro de Moshé brillaba, pero él no se dio cuenta. Aharón y los jajamim temían acercársele, cuando lo notó, se puso un velo/máscara, la cual se sacaba cuando hablaba con Hashem. 

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