viernes, 20 de junio de 2014

Perashat Koraj

En la tribu de Leví, había un hombre, primo de Moshé y Aharón, muy rico, pero no estaba conforme con su parte, quería tener el puesto de Moshé, Aharón, ser jefe de alguna tribu, a pesar de que se encargaba de cargar los objetos más santos del Mishkán.  Su esposa fue la que hizo que crezca su orgullo. De esto aprendemos que siempre hay que tener una buena mujer.
Koraj hizo una gran fiesta, y a sus invitados empezó a hablarles mal de Moshé y a hacer que la Torá parezca ridícula. Era un hombre muy inteligente, pero su orgullo provocó que no crea en la verdad. Moshé les dice a las 250 personas de la reunión, que si creían que podían ser mejores que lo que ya eran, leviim (siendo cohanim), que hagan el incienso, Ketoret. Todos ellos aceptaron menos Ehud ben Peled, que, a diferencia de Koraj, su mujer lo había incitado a que abandonase los malos caminos. Dicen que ella cada vez que los hombres de Koraj venían a buscar a su marido, se ponía detrás de la cortina y hacía como si se peinara el pelo (por la sombra parecía que no tenía la cabeza cubierta, como una mujer casada). En consecuencia, para no ver a una mujer sin Tzniut, los hombres se alejaban.

El día siguiente, se reunió todo el pueblo en el Mishkán, a ver lo que pasaba. Hashem pidió que se alejen de las carpas de Koraj, Datan y Aviram (reshaim). Moshé les insistió una vez más a que hagan Teshuvá, pero no le hicieron caso. Hashem hizo que Koraj y sus seguidores fueran quemados. Koraj, Datan, Aviram y sus familias, fueron tragados por la tierra con todas sus pertenencias, yendo directamente al infierno. Los seguidores no fueron llevados al pozo. Koraj recibió ambos castigos: ser quemado y tragado por la tierra.

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