En la Perashá pasada, habían sido nombradas las 98
maldiciones a los pecadores. Los Iehudim tenían mucho miedo, así que Moshe los
calmó, diciéndoles que los castigos serian sólo para expiar sus pecados, así
podrían vivir eternamente en el Mundo Venidero, Olam Haba. Esto, es como que un
día, nos levantamos cansados, pensando que sería un día muy largo. Al mediodía, alguien te da un regalo. Ya no te sentís como
a la mañana, parece un día distinto. Esto es igual a la vida, por más que
suframos acá, en la Tierra, tendremos un “regalo”, el Olam Haba.
Ya era el 7 de Adar, día de la desaparición terrenal de Moshe,
quien quería hacer un nuevo pacto con los Iehudim, para que no hagan lo mismo
que en Har Sinai, que ya al mes, hicieron el becerro de oro. También le agregó
que cada uno se debería preocupar por los pecados ajenos. Si vemos a alguien
pecar, también es averá (pecado) nuestro. Todos aceptaron.
Pero, pesando que alguno podría pensar (“no decir”) que cree
en otros ídolos, Moshe remarcó que Hashem conoce todos los pensamientos y
también castiga por ellos, pero no a los que lo acompañan (y no saben lo que
piensa).
Si pecamos, seremos exiliados (hasta el día de hoy). Pero la
Tora predice que haremos Teshuva, llegara el Mashiaj y tendremos nuevamente
Eretz Israel como nuestra, Amen.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario