Como la Torá no es un libro de
historia, no siempre figuran los hechos en el orden que sucedieron.
Tzipora (la esposa de Moshé) y sus dos hijos (Guershom y
Eliezer), se habían quedado en Midián con Itró, quien había escuchado de los
milagros que hizo Hashem a los Iehudim en el desierto y quería unirse a ellos.
Cuando llegaron, Moshé y Aarón los fueron a recibir. Al ver
esto, todos los Iehudim fueron a su encuentro. Ese mismo día, se hizo el Brit Milá.
Itró hizo korbanot e hizo un banquete. En el Pasuk figura que “Aharón y todos
los ancianos fueron”, llamando la atención que no aparece Moshé. Justamente,
él, por su gran humildad, sirvió de mozo y atendió con respeto a su suegro.
Itró al ver que todos los días Moshé se quedaba escuchando a
los judíos, por si tenían un pedido, una pregunta, un juicio, etc., se le
ocurrió una idea: podría designar jueces menores que resolverían los casos más
fáciles, otros jueces los problemas un poco más difíciles, y Moshé sólo los más
difíciles de todos y Hashem aceptó la propuesta.
Los Iehudim se preparaban para la entrega de la Torá: se
amigaban entre ellos y hacían Teshuvá.
El Shabat 6 de Siván (según una opinión, según otra era 7 de Siván) del
año 2448 fue el día que la recibieron. En la Torá no figura explícitamente el
día exacto en que la recibimos y dice “en este día llegaron al midvar
(desierto) Sinai”, ya que en realidad constantemente la obtenemos. Moshé les
dijo que él les iba a decir los 10 mandamientos, pero ellos querían que Hashem lo
haga y Hashem aceptó. Nadie podía pasar el límite de la montaña, el Har Sinai. Empezaron
a sonar truenos y shofarim por todo el mundo. Los enfermos, rengos, ciegos, heridos,
etc. se curaron. Hashem comenzó a hablar y el mundo tembló. Primero dijo todos
los mandamientos al mismo tiempo, así todos sabían que era Él, ya que ninguna
persona o ángel podría hacerlo; pero nadie entendió nada; así que Hashem repitió
lentamente el primero, pero el alma de los Iehudim de la emoción salió de sus
cuerpos y Hashem los revivió. Esto mismo pasó con el segundo, pero ya al tercero,
pidieron que Moshé siga. Esto está insinuado en el Pasuk “Torá tzivá
lanu Moshé” (Moshé nos ordenó la Torá): Torá suma 611, que son la cantidad de
Mitzvot que Moshé mismo dictó (como Hashem le había ordenado) y para llegar a
las 613 Mitzvot, faltan dos que son los dos mandamientos que dijo Hashem.
El Pasuk dice “que veían las voces”, lo que nuestros jajamim
explican que significa que literalmente veían las palabras, algo fuera de
nuestra limitada comprensión.
Los diez mandamientos:
I.
Yo soy Hashem
tu D”S, que te saqué de Egipto. La Mitzvá es creer
que Hashem es nuestro D”S y es el Creador.
Hashem sabe todo, lo que decimos, pensamos, hacemos y actuamos.
II.
No tendrás otros dioses.
Solo hay que servir a Hashem, nos está prohibido servir a cualquier otro
ser, cosa, persona, etc.
III.
No jurar en nombre de Hashem en vano.
No hay que decir ni jurar en nombre de Hashem, inútilmente, o en falso:
No hice la tarea y juro en nombre de Hashem que si la hice o decir, te juro que
el cielo es azul, porque es obvio.
IV.
Recuerda el día del Shabat para santificarlo porque
Hashem creó el mundo en 6 días y el séptimo, descansó.
Hay muchas maneras de hacerlo, una, por ejemplo, es separar parte de las
compras especialmente para Shabat o llamar a todos los días
“primer/segundo/tercero/etc. día desde Shabat”.
V.
Honrarás a tu padre y a tu madre. El que cumple esta mitzva es
recompensado con larga vida y Olam habá. Parece que repetir dos veces “y a” (veet
en hebreo) es redundante, pero es para incluir también a los abuelos, mayores,
hermanos más grandes, padrastros…
VI.
No asesinarás. Tampoco ser amigos o socios de asesinos.
VII.
No cometerás adulterio. Se refiere a no casarse con mujeres/hombres no
judías/os, o casadas/os. Para la mujer, tener varios esposos. Si una mujer
casada no sabe si su esposo vive, hasta no saberlo con exactitud, no se puede
casar y se la denomina Aguná (“abandonada”), cosa que pasa cuando los hombres van
a la guerra y no vuelven (sin estar comprobada su muerte).
VIII.
No robarás o secuestrarás. Aunque sea una cosa mínima. Se dice
que alguien que aprende algo novedoso y no lo comparte, es un “ladrón de
conocimiento”.
IX.
No darás en falso testimonio. No importa que sea para ayudar a un
amigo, o perjudicar a un enemigo, no lo debemos hacer.
X.
No codiciarás. Si vemos que alguien tiene algo que queremos, no tenemos que
molestarlo para que nos lo dé o venda.
Al final da algunas leyes de cómo construir el Mizbeaj (donde
se hacían los sacrificios antes de existir el Beit HaMikdash).
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