domingo, 1 de febrero de 2015

Perashat Itró

Como la Torá no es un libro de historia, no siempre figuran los hechos en el orden que sucedieron.
Tzipora (la esposa de Moshé) y sus dos hijos (Guershom y Eliezer), se habían quedado en Midián con Itró, quien había escuchado de los milagros que hizo Hashem a los Iehudim en el desierto y quería unirse a ellos.
Cuando llegaron, Moshé y Aarón los fueron a recibir. Al ver esto, todos los Iehudim fueron a su encuentro. Ese mismo día, se hizo el Brit Milá. Itró hizo korbanot e hizo un banquete. En el Pasuk figura que “Aharón y todos los ancianos fueron”, llamando la atención que no aparece Moshé. Justamente, él, por su gran humildad, sirvió de mozo y atendió con respeto a su suegro.
Itró al ver que todos los días Moshé se quedaba escuchando a los judíos, por si tenían un pedido, una pregunta, un juicio, etc., se le ocurrió una idea: podría designar jueces menores que resolverían los casos más fáciles, otros jueces los problemas un poco más difíciles, y Moshé sólo los más difíciles de todos y Hashem aceptó la propuesta.
Los Iehudim se preparaban para la entrega de la Torá: se amigaban entre ellos y hacían Teshuvá.  El Shabat 6 de Siván (según una opinión, según otra era 7 de Siván) del año 2448 fue el día que la recibieron. En la Torá no figura explícitamente el día exacto en que la recibimos y dice “en este día llegaron al midvar (desierto) Sinai”, ya que en realidad constantemente la obtenemos. Moshé les dijo que él les iba a decir los 10 mandamientos, pero ellos querían que Hashem lo haga y Hashem aceptó. Nadie podía pasar el límite de la montaña, el Har Sinai. Empezaron a sonar truenos y shofarim por todo el mundo. Los enfermos, rengos, ciegos, heridos, etc. se curaron. Hashem comenzó a hablar y el mundo tembló. Primero dijo todos los mandamientos al mismo tiempo, así todos sabían que era Él, ya que ninguna persona o ángel podría hacerlo; pero nadie entendió nada; así que Hashem repitió lentamente el primero, pero el alma de los Iehudim de la emoción salió de sus cuerpos y Hashem los revivió. Esto mismo pasó con el segundo, pero ya al  tercero,  pidieron que Moshé siga. Esto está insinuado en el Pasuk “Torá tzivá lanu Moshé” (Moshé nos ordenó la Torá): Torá suma 611, que son la cantidad de Mitzvot que Moshé mismo dictó (como Hashem le había ordenado) y para llegar a las 613 Mitzvot, faltan dos que son los dos mandamientos que dijo Hashem.
El Pasuk dice “que veían las voces”, lo que nuestros jajamim explican que significa que literalmente veían las palabras, algo fuera de nuestra limitada comprensión.
Los diez mandamientos:
I.          Yo soy Hashem  tu D”S, que te saqué de Egipto.  La Mitzvá es creer que Hashem es nuestro D”S y es el Creador.  Hashem sabe todo, lo que decimos, pensamos, hacemos y actuamos.
II.          No tendrás otros dioses.  Solo hay que servir a Hashem, nos está prohibido servir a cualquier otro ser, cosa, persona, etc.
III.          No jurar en nombre de Hashem en vano.  No hay que decir ni jurar en nombre de Hashem, inútilmente, o en falso: No hice la tarea y juro en nombre de Hashem que si la hice o decir, te juro que el cielo es azul, porque es obvio.
IV.          Recuerda el día del Shabat para santificarlo porque Hashem creó el mundo en 6 días y el séptimo, descansó.  Hay muchas maneras de hacerlo, una, por ejemplo, es separar parte de las compras especialmente para Shabat o llamar a todos los días “primer/segundo/tercero/etc. día desde Shabat”.
V.          Honrarás a tu padre y a tu madre. El que cumple esta mitzva es recompensado con larga vida y Olam habá. Parece que repetir dos veces “y a” (veet en hebreo) es redundante, pero es para incluir también a los abuelos, mayores, hermanos más grandes, padrastros…
VI.          No asesinarás. Tampoco ser amigos o socios de asesinos.
VII.          No cometerás adulterio.  Se refiere a no casarse con mujeres/hombres no judías/os, o casadas/os. Para la mujer, tener varios esposos. Si una mujer casada no sabe si su esposo vive, hasta no saberlo con exactitud, no se puede casar y se la denomina Aguná (“abandonada”), cosa que pasa cuando los hombres van a la guerra y no vuelven (sin estar comprobada su muerte).
VIII.          No robarás o secuestrarás. Aunque sea una cosa mínima. Se dice que alguien que aprende algo novedoso y no lo comparte, es un “ladrón de conocimiento”.
IX.          No darás en falso testimonio. No importa que sea para ayudar a un amigo, o perjudicar a un enemigo, no lo debemos hacer.
X.          No codiciarás. Si vemos que alguien tiene algo que queremos, no tenemos que molestarlo  para que nos lo dé o venda.

Al final da algunas leyes de cómo construir el Mizbeaj (donde se hacían los sacrificios antes de existir el Beit HaMikdash).

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