jueves, 24 de septiembre de 2015

Perashat Haazinu

Casi toda esta perashá es el canto de Moshé en su último día en este mundo
Moshé empieza diciendo que el cielo y la tierra son los testigos de que los Bené Israel no deben desobedecer la Torá. Son ellos porque como es imposible ir a algún lado sin cielo o suelo, así no se puede pecar sin ser visto por estos testigos.
Moshé comparó a la Torá con la lluvia: sin agua no hay vida, sin Torá, tampoco. Hashem es justo, no hace NADA por venganza, y no podemos conocer cuáles son Sus pensamientos al castigarnos o bendecirnos. Cuando pecamos, no perjudicamos a Hashem, sino a nosotros mismos. Podemos ver que generaciones anteriores que pecaron (como la del diluvio, torre de Babel…) sólo lastimaron a ellos, siendo dispersados o muertos por Hashem.
¡Los Iehudim nunca desapareceremos! Somos la nación elegida y eterna para Hashem. Quizá seamos pocos en comparación de los otros pueblos, pero siempre existiremos. Un buen ejemplo de que Hashem siempre nos cuida: Todas las aves llevan a sus crías que no saben volar entre sus garras, ya que si se las ponen en la espalda, aves que vuelan más alto podrían arrebatarlas. En cambio, el águila no hace esto, se las pone en la espalda ya que es el ave que vuela más alto que todas, y si le llegaran a tirar una flecha o tiro, muere ella y sus crías no. Así (sin comparación) hace Hashem, Él es El que puede hacer todo, y hasta dio Su casa (el Beit HaMikdash) para que no desaparezca todo el pueblo Iehudí (judío).
Hashem mismo enferma y cura. Él siempre tiene sus razones al mandarnos sufrimientos, los cuales son para nuestro bien (que no los necesitemos), por ejemplo, para hacer Tefilá, para hacer Teshuvá, etc.

Hashem le dijo a Moshé que subiera a Har Nevó (o Har HaAvarim), de donde vería todo Eretz Israel y finalmente, fallecería.

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