martes, 8 de septiembre de 2015

Perashat Nitzavim


En la Perashá pasada, fueron sido nombradas las 98 maldiciones a los pecadores. Los Iehudim tenían mucho miedo, así que Moshé los calmó diciéndoles que los castigos serían sólo para expiar sus pecados, así podrían vivir eternamente en el Mundo Venidero, el Olam Habá. Esto es como si una mañana nos levantamos cansados, pensando que será un día muy largo. Al mediodía,  alguien nos dice que nos dará un regalo. Ya no nos sentimos como temprano, parece un día distinto. Esto es igual a la vida, por más que suframos acá, en la Tierra, tendremos un regalo, el Olam Haba.
Ya era el 7 de Adar, día de la desaparición terrenal de Moshé, quien quería hacer un nuevo pacto con los Iehudim para que no hicieran lo mismo que en Har Sinai, que al mes hicieron el becerro de oro. Este agregaba que cada uno debe preocuparse por los pecados ajenos. Si vemos a alguien pecar, también es averá (pecado) nuestra. Todos aceptaron.
En relación a alguien que piensa (no dice) que cree en ídolos, Moshé remarcó que Hashem conoce todos los pensamientos y también castiga por ellos.
Si pecamos, seremos exiliados. Igualmente, la Torá predice que haremos Teshuvá, llegará el Mashiaj y tendremos nuevamente Eretz Israel para nosotros a los ojos de todos, Amen.

Esta Perashá termina con la orden de elegir la vida y no la muerte. No alcanza con alejarse de lo malo, sino que hay que hacer el bien. ¿Cómo lo lograremos? Amando a Hashem. El verdadero amor es el de hacer lo que el otro quiere, en nuestro caso, Hashem en la Torá.

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