martes, 19 de febrero de 2013

Libro Nefesh HaAdam: parte 1


“Nefesh haAdam”
Todo el material a continuación fue enseñado en el Beit Cneset Ajdut Israel, extraído del libro “Nefesh haAdam”
A lo largo del artículo, voy a ir explicando 4 características de las personas antagónicas:
1.     Estructurados y desestructurados
2.     Concretos y abstractos
3.     Emocionales y racionales
4.     Introvertidos y extrovertidos
Uno es responsable de estar bien y no nervioso/a. Debemos analizarnos, ver qué nos pasa y como mejorar para no ahogarnos. Para esto, tenemos que buscar nuestro “oxígeno”, si no, nuestros familiares y cercanos sufren las consecuencias. Para “oxigenarnos”, es mejor que dormir y encerrarse, ir a un shiur (curso), al gimnasio, leer, tomar un té con amigas, llamar a alguien…
Tenemos que buscar el equilibrio entre estas características, conocer las de los demás y las propias, juzgar para bien, sin enojarnos por cómo son. Las características no son ni positivas ni negativas, sólo debemos aprender a usarlas en el momento indicado.

Estructurados y desestructurados

El oxígenos de un desestructurado es la independencia (por eso pueden ser rebeldes), se sienten ahogados cuando les imponen cosas. Quieren tener opciones abiertas y poder elegir qué y cuándo quieren algo. Están acelerados siempre y no se fijan en detalles o reglas. En lugar de enojarnos con ellos, debemos buscar la manera de que le sea agradable cumplir con las reglas.
Ellos van a su ritmo. En lugar de dominarlos, hay que impulsarlos a usar su energía en cosas buenas. Se oponen a lo rígido, derriban murallas. Esto se puede usar para bien o para mal. Son individualistas, quieren diferenciarse de alguna manera, por lo que son más traviesos o desordenados. Por obligación, no harán nada o a desgano, de manera negativa. No les gusta que los dominen. Las reglas se las deben repetir varias veces para que las sigan. Desafían las reglas constantemente.
Son muy cambiantes (por ejemplo, primero quieren hacer teatro, pero luego de poco tiempo, lo cambian por natación). En lugar de enojarnos o querer dominarlos, debemos fomentar sus potenciales, con firmeza pero dando opciones (si se deben bañar, que ellos elijan a qué hora o una hora entre las 6 y las 8; o el color del jabón, toalla…). Ser demasiado rígidos con ellos, genera más rebeldía, ya que les tienta lo prohibido. Hay que ponerles límites, pero cediendo un poco y dando la posibilidad de opinar en cosas que a uno no le cambian pero a ellos sí (“la camisa azul o la negra”).
Deben sentir aventura, placer, alegría y desafío (para hacer que limpien, poner una canción y darles tiempo a que lo hagan hasta que se acabe la música). Son espontáneos, no planifican, deciden las cosas a último momento. Parecen menos responsables, confiables o maduros, pero con su imaginación y valentía pueden lograr cosas que uno estructurado no podía.
En cambio, los estructurados son dominantes, fijan normas. Con saber que está haciendo lo correcto se conforma y está feliz sin importarle mucho sus deseos. Les cuesta decir “quiero…”, por lo que dice “tengo que…”. Está seguro en un ambiente prolijo y tranquilo (un desestructurado se ahogaría allí). Se siente cómodo cuando los límites están claros y se amolda fácilmente a ellos; pero si les dicen “hacé lo que quieras”, se pierden. Hay que incentivarlos a que elijan solos de a poco, festejándoles cuando lo hacen.
Son formales, no relajados, se apegan a las reglas autoimpuestas, a veces, innecesariamente. Si hicieron algo de una manera alguna vez, así harán siempre. Si son hiperactivos, serán muy detallistas, por ejemplo, maniáticos de la limpieza y orden.
Los padres estructurados quieren que sus hijos sigan sus reglas o son muy rígidos y crítico, más aun si tienen baja autoestima, nunca se conforman. Siendo así, provocan rebeldía “total mis papás nunca se conforman con lo que hago).

Continuará...

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